“El efecto de las señales sexuales en la termorregulación y territorialidad en machos de Hetaerina vulnerata (Odonata)”

Darwin (1859) explicó en su obra sobre el origen de las especies que todos los seres vivos se enfrentan a una serie de presiones selectivas que ponen en riesgo su supervivencia, promoviendo el desarrollo de conductas, morfologías y fisiologías particulares que les permiten adaptarse a su medio (Córdoba-Aguilar, 2002). Estas presiones ambientales y bióticas se asocian con diferentes costos que incluyen tanto las demandas fisiológicas y ontogenéticas, como la susceptibilidad a parásitos, vulnerabilidad a la depredación, costos de forrajeo, mantenimiento o producción de los rasgos, cuidado parental, lesiones físicas y enfermedades de transmisión sexual (Grether & Grey, 1996; Maklakov et al., 2005). En su teoría de Evolución por selección natural, Darwin (1871) sostiene que aquellos rasgos que incrementen la adecuación de los individuos en términos de supervivencia y fertilidad aumentarán su frecuencia en la población en las siguientes generaciones (Martín-Vivaldi & Cabrero, 2002). Respecto a aquellos rasgos relacionados con el dimorfismo sexual, Darwin concluyó que estas características podrían ser explicadas por dos mecanismos; en el caso de los machos, estos les podrían conferir ventajas en la competencia macho-macho por apareamientos (competencia intrasexual), mientras que por su parte las hembras podrían utilizar estos rasgos para aceptar o rechazar a los machos que presenten diferente nivel de expresión de estos rasgos “atractivos” (selección intersexual) (Cordero-Rivera, 2002; Córdoba-Aguilar, 2002)